domingo, 24 de junio de 2007


A los 10 empecé a escribir mi primer diario. Me lo regaló mami, cuando era monaguillo, estaba en quinto grado y me gustaba Raquel, la prima de mi vecino Gustavo que vivía en Miramar. Cuando íbamos a la playa miraba la entrada a Miramar camino a Puntarenas y nadie lo sabía pero me quería tirar por la ventana (así no más, ahora ustedes son mis confesores). A los 19 comencé otro, donde escribo una vez al año y conozco cosas de Yuca que Javier no sabía, y viceversa. Por eso van a mí mismo del futuro, como epístolas cuánticas. De ahí la dirección del blog. Lo de la playa es porque aparece el mar oscuro con frecuencia (siempre me acuerdo de los sueños y les doy mucha pelota). Por eso me encanta el cuadro de mi amiga Anna, el de la ola enorme, ella sabe. Me acuerdo de Annita porque en unos días llega. Vamos a ir a conocer Argentina, al teatro, a los museos, al zoológico y demás actividades ociosas que solemos hacer para sentirnos muy ñoños.

1 comentarios:

Anna Matteucci Wo Ching dijo...

¡Yo quiero ser ñoña! ¡Yo quiero ser ñoña! Una ñoña con frío.